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Jesús sana a una mujer en sábado

10 Enseñaba Jesús en una sinagoga en sábado, 11 y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada y en ninguna manera se podía enderezar. 12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:

—Mujer, eres libre de tu enfermedad.

13 Puso las manos sobre ella, y ella se enderezó al momento y glorificaba a Dios. 14 Pero el alto dignatario de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiera sanado en sábado, dijo a la gente:

—Seis días hay en que se debe trabajar; en estos, pues, venid y sed sanados, y no en sábado.

15 Entonces el Señor le respondió y dijo:

—¡Hipócrita!, ¿no desatáis vosotros vuestro buey o vuestro asno del pesebre y lo lleváis a beber en sábado? 16 Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en sábado?

17 Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por él.

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Entonces invocarás, y te oirá Jehová;
clamarás, y dirá él: “¡Heme aquí!
Si quitas de en medio de ti el yugo,
el dedo amenazador y el hablar vanidad,
10 si das tu pan al hambriento
y sacias al alma afligida,
en las tinieblas nacerá tu luz
y tu oscuridad será como el mediodía.”
11 Jehová te pastoreará siempre,
en las sequías saciará tu alma
y dará vigor a tus huesos.
Serás como un huerto de riego,
como un manantial de aguas,
cuyas aguas nunca se agotan.
12 Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas;
los cimientos de generación y generación levantarás,
y serás llamado “reparador de portillos”,
“restaurador de viviendas en ruinas.”

La observancia del día de reposo

13 »Si retraes del sábado tu pie,
de hacer tu voluntad en mi día santo,
y lo llamas “delicia”,
“santo”, “glorioso de Jehová”,
y lo veneras, no andando en tus propios caminos
ni buscando tu voluntad ni hablando tus propias palabras,
14 entonces te deleitarás en Jehová.
Yo te haré subir sobre las alturas de la tierra
y te daré a comer la heredad de tu padre Jacob.
La boca de Jehová lo ha hablado.»

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Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo:

«Antes que te formara en el vientre, te conocí,
y antes que nacieras, te santifiqué,
te di por profeta a las naciones.»

Yo dije:

«¡Ah, ah, Señor Jehová! ¡Yo no sé hablar, porque soy un muchacho!»

Me dijo Jehová:

«No digas: “Soy un muchacho”,
porque a todo lo que te envíe irás,
y dirás todo lo que te mande.
No temas delante de ellos,
porque contigo estoy para librarte,
dice Jehová.»

Extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová:

«He puesto mis palabras en tu boca.
10 Mira que te he puesto en este día
sobre naciones y sobre reinos,
para arrancar y destruir,
para arruinar y derribar,
para edificar y plantar.»

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Alabanza por las bendiciones de Dios

Salmo de David

103 Bendice, alma mía, a Jehová,
y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Jehová,
y no olvides ninguno de sus beneficios.
Él es quien perdona todas tus maldades,
el que sana todas tus dolencias,
el que rescata del hoyo tu vida,
el que te corona de favores y misericordias,
el que sacia de bien tu boca
de modo que te rejuvenezcas como el águila.

Jehová es el que hace justicia
y derecho a todos los que padecen violencia.
Sus caminos notificó a Moisés,
y a los hijos de Israel sus obras.
Misericordioso y clemente es Jehová;
lento para la ira y grande en misericordia.

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18 No os habéis acercado al monte que se podía palpar y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, 19 al sonido de la trompeta y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no les siguiera hablando, 20 porque no podían soportar lo que se ordenaba: «Si aun una bestia toca el monte, será apedreada o asaetada.» 21 Tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: «Estoy espantado y temblando.»

22 Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, 23 a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos. Os habéis acercado a Dios, Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, 24 a Jesús, Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.

25 Mirad que no desechéis al que habla, pues si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desechamos al que amonesta desde los cielos. 26 Su voz conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido diciendo: «Una vez más conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo.» 27 Y esta frase: «Una vez más», indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. 28 Así que, recibiendo nosotros un Reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia, 29 porque nuestro Dios es fuego consumidor.

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